En una iglesia entró un niño a confesarse.
-¡Padre me he portado mal! he robado, ¿como puedo ser perdonado?- Dijo el pequeño preocupado.
-Bueno hijo el robo es algo muy malo, pero yo puedo ayudarte, vamos ahí atras y te quitaras la ropa. Yo me encargaré de limpiar tu cuerpo y tu alma- dijo el padre con malicia.
Este «padre» era un miserable pedófilo, pero se vá a sorprender, a medida que este niño se quitaba la ropa su cuerpo se hiba transformando y cuando estuvo desnudo, su apariencia era demoniaca..
-¡He venido por ti!- Le dijo el demonio.
-No puedes hacer eso, dijo el «padre» esta es la casa de DIOS y no tienes derecho a entrar aquí.
El demonio respondió:
-En la puerta de esta iglesia hay un ángel y me ha permitido entrar para reclamar lo que es mio, tu alma maldita.
El demonio lo tomó y entre luces y sombras lo arrastró al infierno.
El ángel quien escuchó todo dijo:
– Es verdad aquí no debía entrar aquel demonio, pero si ya había otro dentro haciéndose llamar «padre», me pareció buena idea que éste entrara para llevarlo a donde pertenece.